Este blog pretende ser un lugar de encuentro y consulta complementario de la "Escuela de Familias" puesta en marcha por la Liga Palentina de la Educación, con la colaboración de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Palencia (FAPA-Palencia).
En el mismo se podrán seguir las actividades que la Escuela vaya programando en los distintos centros públicos de la capital y provincia, así como debatir y consultar sobre los temas que en las distintas sesiones de trabajo se traten.
Igualmente se podrán realizar consultas sobre la problemática que presentan nuestros hijos en las distintas edades por las que pasan durante su periodo formativo.
Si eres poco experto en esto de los blogs, lee en la columna de la derecha el apartado "Si entras por primera vez ...."; te puede ser útil.


miércoles, 2 de marzo de 2016

El acoso escolar, es cosa de todos

El próximo miércoles día 9 de marzo celebraremos la segunda charla de este curso en el IES Victorio Macho. En esta ocasión, Ramiro Curieses tratará el tema del acoso escolar, como un asunto cuya erradicación concierne a todos los actores de la educación, profesores, alumnos y familias.
La charla se celebrará a las 16:30 en el Instituto, organizada por el AMPA.

martes, 1 de marzo de 2016

De primaria a Secundaria

 En el CEIP Sofía Tartilán de Palencia, hemos celebrado una nueva sesión de la Escuela de Familias organizada por la Liga Palentina y el AMPA del Colegio.
Hoy hemos hablado sobre el paso de nuestros hijos de primaria a secundaria, y de la transición que supone su evolución de niños a adolescentes.




El que come y canta algún sentido le falta

RAMIRO CURIESES RUIZ


Tuve la suerte de tener como padre a un hombre que educaba con el ejemplo. Pocas veces me sermoneó y la gran mayoría de ellas me regalaba algún refrán que luego me explicaba. Empiezo a tener un poco de nostalgia de esos padres que aunque carecían de estudios sí tenían como prioridad tener hijos e hijas bien educados. Aquellos padres parecían algo distantes de la tarea formadora, no estaban tan presentes en nuestras actividades escolares y de calle, pero esa escasa presencia era suficiente para proporcionarnos una educación básica. Eran padres que marcaban claramente los límites y las normas que nunca debíamos traspasar. 
Es cierto que era toda la sociedad la que tutelaba, de ahí que algunos subrayemos la importancia de la comunidad a la hora de educar: “para educar a un niño es necesaria toda la comunidad”. Ahora hay una esquizofrenia en la dedicación a los hijos, una gran mayoría de familias están mucho más presentes en su educación, incluso demasiado, y otras, las menos, totalmente desaparecidas. Sigue habiendo familias que siguen pensando que los hijos e hijas se educan solos, quizás sin ser muy conscientes de los destrozos que causa esa carencia en la adolescencia de los mismos. 
Sin dejar esto de lado, observo también con cierta preocupación el exceso de implicación en la educación de los hijos e hijas de algunas familias. Esto tiene consecuencias tan devastadoras como la ausencia de implicación. Familias que invaden y manipulan la infancia diseñando unas rutas de actividades encaminadas muchas de ellas a satisfacer privaciones personales en las que proyectan sus intereses y no los de ellos y ellas. Son hijos que tienen la agenda diaria repleta de citas, clases, actividades, y poco tiempo para ser hijos. Este exceso de implicación a veces lleva consigo la ausencia de sanciones ante comportamientos indeseables ya que ante tanta ocupación no sería cómoda la reprimenda. 
Llevo ya treinta y dos años dedicándome a la educación de niños y adolescentes y habré entrevistado más de dos mil escolares con sus familias, sin embargo observo con preocupación que en los últimos años se está dando un cambio de tendencia. Advierto y analizo comportamientos y actitudes de familias que no quieren provocar la más mínima frustración ni revés a sus progenitores, desencadenando en estos unas respuestas cargadas de mucha acción y de muy poca reflexión. Son familias que tienden a justificar cualquier conducta y proceder con tal de no enfrentarse a los hijos y éstos no interiorizan valores fundamentales como el respeto y el autocontrol. Durante el último mes, dos familias han tenido que acudir al instituto por diferentes motivos relacionados con conductas negativas para la convivencia realizadas por sus hijos y las dos han tratado de argumentar ante las explicaciones de jefatura de estudios que la palabra de sus hijos es tan válida como la del profesor que trató de sancionarlas. Es evidente que la palabra de sus hijos negaba totalmente dichas conductas. Estos padres quizás desconocen que sus hijos están creciendo bajo el paraguas de una moral que les va a permitir hacer a su antojo y manejar las situaciones y a las personas con las que vivan de una forma tiránica. 
Aldo Naouri reconocido pediatra, psicoanalista y pedagogo francés, experto en relaciones interfamiliares y autor del libro “Padres permisivos, hijos tiranos” considera que estamos siendo demasiado blandos con nuestros hijos y que debemos volver a la disciplina y al rigor y que no por ello nos van a querer menos. Asimismo Martin Seligman, al realizar sus estudios sobre la depresión, consideró extraño que niños educados en el estilo educativo basado en el rechazo a provocar el menor trauma o frustración en la infancia diera como resultado unas generaciones de adultos proclives a la depresión. En la década de los 50, Donald Winnicott, reconocido pediatra y psicoanalista, ya estudió las manifestaciones antisociales infantiles. Insistía en un punto: cuanto más se tarda en poner límites, más difícil es llegar a reparar una situación y más difícil resulta instalar la disciplina necesaria para frenarla. Didier Pleux, doctor en Psicología del Desarrollo, nos expresa que lo que hay que comprender es que amar es también saber decir “no”. Autor del libro: “Del niño rey al niño tirano”, nos habla de la “buena autoridad”. 
La buena autoridad, nos dice que consiste en amar, estimular, acompañar, proteger, para favorecer la eclosión de la personalidad. ¡Pero también se asienta en exigir, frustrar, controlar y sancionar! Pues, para que el niño se construya, es necesario el amor y, a la vez, la frustración. 
Yo de niño era muy cantarín, tenía por costumbre tararear las canciones que aprendía, lo solía hacer en cualquier situación, también en la mesa mientras comíamos. Un día mi padre me dijo con voz seria: “el que come y canta algún sentido le falta”. No necesité más explicaciones, su mirada y su tono eran claros. Jamás volví a cantar mientras comíamos, no me frustré, y eso no ha impedido que cante en la ducha casi todos los días.

Publicado en CARRIÓN. 29.02.2016