Este blog pretende ser un lugar de encuentro y consulta complementario de la "Escuela de Familias" puesta en marcha por la Liga Palentina de la Educación, con la colaboración de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Palencia (FAPA-Palencia).
En el mismo se podrán seguir las actividades que la Escuela vaya programando en los distintos centros públicos de la capital y provincia, así como debatir y consultar sobre los temas que en las distintas sesiones de trabajo se traten.
Igualmente se podrán realizar consultas sobre la problemática que presentan nuestros hijos en las distintas edades por las que pasan durante su periodo formativo.
Si eres poco experto en esto de los blogs, lee en la columna de la derecha el apartado "Si entras por primera vez ...."; te puede ser útil.


martes, 15 de mayo de 2012

Las cosas de Dª Margarita

Quizás una de las experiencias más desagradables que como maestros vivimos, es sentir cómo nuestros alumnos pierden el interés por aquello que tratamos de enseñar, o dicho de otro modo, que no les interese para nada aprender. Algunos alumnos, muy pocos en la adolescencia, parecen entusiasmarse de forma natural por el estudio, pero muchos necesitan o esperan que sus profesores les estimulen. Hay psicólogos y pedagogos que afirman que el aprendizaje eficaz en el aula depende en gran medida de la habilidad del maestro para mantener el interés de los alumnos. De hecho, cualquier nivel inicial de motivación que los estudiantes tengan antes de entrar en clase será transformado favorable o desfavorablemente dependiendo de lo que ocurra en el aula.

El mes pasado asistí a un intercambio de prácticas educativas en Sevilla y conocí a Dª Margarita, maestra con experiencia de seis lustros. Afirmaba que lleva toda la vida enseñando de la misma forma y que ahora los niños ya no aprenden, cosa que en el pasado sí ocurría. (Quizás sea conveniente cambiar la forma de enseñar para que el aprendizaje se produzca). Explicaba esta buena mujer que el libro de texto para ella era sagrado y que consideraba obligatorio terminarlo antes del final de curso ya que para eso se compraba y las familias lo pagaban. Así se concibe al conocimiento como algo limitado y fijo, al mismo tiempo que se dificulta a los alumnos a buscar información en otro tipo de fuentes y a valorarlas de forma eficaz. Sinceramente pienso que una clase en la que únicamente utilizamos el libro de texto y materiales auxiliares del mismo, además de convertirse en algo poco ameno es una forma muy eficaz de matar la motivación de los alumnos.
Hay modos negativos de enseñar que matan la motivación de los alumnos; estas formas están bastante generalizadas en el mundo de la educación bajo el principio de que las cosas siempre han sido así. Algunas de ellas son: dar el contenido de forma muy sencilla, de tal forma que convirtamos el aprendizaje en un reto poco interesante, o al contrario, impartir docencia de forma magistral de forma que no nos siga nadie, enseñar contenidos alejados de los intereses y poco funcionales, hacer trabajos de copia-pega, etc. Pero quizás la forma más cruel de matar la motivación tenga que ver con la manera de examinar a los alumnos, de evaluarlos. Es muy importante que el alumno apruebe el examen, es suficiente con que recuerde una información más o menos significativa en un tiempo suficiente récord, aproximadamente una hora; posteriormente poco importa si esta información es olvidada o es relacionada con otro tipo de conocimientos. Si lo significativo de la enseñanza es que aprendan a pensar, quizás debiéramos plantearnos si esta forma de evaluar ayuda a ello, o al contrario, facilita el vómito de la información con el único fin de aprobar. Personalmente creo que es una forma muy pobre de medir aprendizajes, y lo que es peor, estamos dando más importancia al aprobado que al aprendizaje en si.
Dª Margarita argumentaba que toda la vida había habido exámenes y que las cosas siempre se han hecho así. Fue entonces cuando le comenté aquella experiencia que realizó un grupo de científicos con unos monos.
Estos introdujeron cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de plátanos. Cuando un mono subía a la escalera para coger las bananas, los experimentadores lanzaban un chorro de agua muy fría sobre los que se quedaban en el suelo. Después de repetir varias veces este proceso, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo agarraban y lo detenían a palos.
Pasado algún tiempo, ningún mono subía a la escalera, a pesar de la tentación de los plátanos. Entonces, estos acreditados profesionales, sustituyeron uno de los monos. La primera cosa que hizo el nuevo mono fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros monos, quienes le pegaban y le zarandeaban para que desistiese en su actitud. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo dejaba de subir por la escalera. Lo curioso es que los científicos ya no lanzaban el chorro de agua muy fría sobre los monos que no subían a la escalera.
Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto fue el que más participó y mayor entusiasmo puso en la paliza al novato. A continuación un tercer mono fue cambiado, y se repitió todo el proceso. El cuarto y, finalmente el último de los veteranos fue sustituido. Los científicos quedaron con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas. Si hubiera sido posible preguntar a algunos de esos monos por qué le pegaban a quien intentaba subir a la escalera, con certeza la respuesta sería: “no sé, las cosas siempre se han hecho así…”

La respuesta de Dª Margarita no se hizo esperar y expresó que esa experiencia es una patochada sin sentido para el mundo educativo y que los científicos y los monos no saben lo que es una escuela. Fue entonces cuando me acordé de Einstein y su célebre frase: “es más fácil desintegrar un átomo que cambiar una actitud en una persona”. En fin, “las cosas de Dª Margarita”.

Ramiro Curieses Ruiz. Publicado en el preiódico CARRIÓN

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