“Para la libertad sangro, lucho y pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
………
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño
y aún tengo la vida.”
Miguel Hernández
Quiero comenzar este curso escolar recordando al extraordinario poeta alicantino y su poema titulado “Para la libertad”, ya que para la educación sangro, lucho y pervivo. Sabemos que la obra poética de Miguel Hernández gira en torno a un tríptico existencial: amor, vida y muerte, siendo este poema un canto a la liberación de la tiranía y de la opresión con más vigencia que nunca. Pero no es de libertad, ni de amor, ni de tiranía de lo que quiero hablaros en este artículo, sino de la importancia de la educación en el momento histórico en el que nos encontramos. La educación tiene algunos rasgos esenciales que la diferencian de cualquier otro concepto educativo, pero principalmente dos referidos a la ciudadanía que la hacen especialmente imprescindible, el primero es que la persona educada sabe comprender, tiene sentido crítico, no reproduce mecánicamente los comportamientos, interpreta las normas, valora las actitudes. El segundo es que la persona educada sabe desentrañar el sentido moral de lo que ocurre, de lo que pasa, de lo que vive. Si eso que está viviendo es ético trata de hacer todo lo posible por mantenerlo, si no lo es, se distancia e incluso debe luchar para forzar su transformación o desaparición. La educación permite descubrir la insensatez, la incoherencia, la hipocresía y la falta de proceder del comportamiento humano. Nos abre los ojos, nos ayuda a descifrar la realidad con objetividad. En definitiva, nos hace pensar, nos invita a mejorar. Por todo esto soy un educador esperanzador y optimista, porque aún tengo la educación.
Llevo ya algunos años trabajando en educación, sé que es una suerte poder dedicarse a aquello que realmente te gusta, la ilusión y el optimismo son ingredientes que te acompañan con más facilidad. Es con la experiencia como uno descubre los beneficios del optimismo, no de la ingenuidad. El optimismo, en palabras de mi querido Miguel Ángel Santos Guerra, permite concebir un futuro esperanzador, potencia las ansias de mejora, genera expectativas, enciende el proceso creativo, da fuerza en las adversidades, alimenta el sentido del humor, desafía los límites, pone el foco en los logros, nos compromete en la búsqueda de soluciones, hace que focalicemos en lo positivo. El optimismo nos hace creer más en nosotros mismos, nos obliga a no conformarnos, a esforzarnos para encontrar soluciones, a no parar hasta mejorar.
En los colegios, en los institutos nos ocupamos esencialmente de la educación. Es ésta la que nos hace potencialmente mejores, el ser humano tiene la posibilidad de transformar la realidad cuando le resulta adversa. La educación permite liberarnos de las tiranías y de las opresiones, nos da poder para recuperar la dignidad. La educación es el instrumento más importante y poderoso que tenemos las personas para la promoción personal y social. La educación libera y recupera ciudadanos para la sociedad, por eso soy optimista, porque aún tenemos la educación.
Reflexiono con frecuencia con mis amigos sobre qué es lo que hacemos los educadores, las familias y la sociedad en general para que haya niños y adolescentes que desprecien la oportunidad de acudir a la escuela, y llegado un momento, consideran que educarse es una tortura o un castigo. ¿En qué nos estamos equivocando? Si fuéramos capaces de creernos que la educación es el arma más poderosa que tenemos la ciudadanía para construir clases de personas con mayor calidad humana estaríamos todos un poquito más comprometidos con la misma. Personalmente estoy confiado, porque pese a quien le pese, aún tengo la educación.
RAMIRO CURIESE RUIZ. Presidente de la Liga Palentina de la Educación
Publicado en periódico quincenal CARRIÓN. 15/09/2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario